domingo, 18 de julio de 2010

Recuerdos

Con Purple Rain de fondo no puedo evitar pensar en tí, en los días tristes de mi loco y mal humor, de mi sin cordura. Porque el arrepentimiento que sentía después de mis actos desordenados y molestos me torturó por muchos años. Pero también es un día lluvioso y te pienso, como una parte de mi, recuerdo las largas esperas entre besos y abrazos, palabras soñadoras, futuristas, sin realidad, que hacíamos hasta que llegaba el camión a Santo Domingo Barrio Bajo donde lo esperábamos porque nos gustaba caminar un poco antes de despedirnos a la mitad del día, con aquellos uniformes color verde tristeza. El viaje a la ciudad duraba menos que dar la vuelta a la cuadra en el sentra, pero nos bastaba para seguir soñando y repartir bacterias y quemar calorías, con el vértigo al hilo por travesuras que disfrutábamos cariñosamente. Así eran los días cuando nos íbamos juntos, así era diario. El desayuno en la caseta de Don Paco y sus deliciosas tortas matinales, las enchiladas de la “Doña” y la rigurosa nieve de la señora chismosa que aparcaba casi en la puerta de aquella escuela tan pequeña que hasta los salones se conocían perfectamente entre ellos. Y los maestros también claro. Cómo olvidar los desayunos allá con Doña Leo en el Chefi. Los miércoles de plaza y los demás días en el parque. Todo esto sin olvidar para toda la vida el trágico accidente y mi cicatriz en la espalda. Aquel abandono de ambulancia porque más me preocupabas tú que mi derecho a sanar. El triunfo del regreso y los llantos de los compañeros más valientes, la seguridad mía ante los hechos y tu seguridad ante mi. Mi machismo y egoísmo, etc.

Bastaría más que este día para describir aquello que vive en mi recuerdo, abrazado a ti y a mi. Podría describir las interminables clases juntos, siempre nos sentábamos juntos. Aquel trabajo final de inglés que hiciste por mi incompetencia y amor ciego. Los recesos que parecían recreos de primaria. Tantas cosas que quiero recordar y tan poca memoria, tan poca poesía. Después de lo nuestro lo ordinario era la peor pesadilla, pero te recordaba intacta y a la vez con más libertinaje. Poco supe de ti pero hasta hoy creo que he llegado a saber más de lo que creí y más de lo que soñé.

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