miércoles, 23 de junio de 2010

aldkfjsoeinfkdslei

Ante la ausencia de mi compañero, quien ha olvidado o extraviado la contraseña entre el cúmulo de información que guardan sus neuronas felices, me he decidido a inaugurar esto que intenta ser un espacio de desahogo y relajación para el que escribe, el que lee, el que publica, el que reacciona...

Dentro de todo lo que he visto últimamente, dos cosas llaman poderosamente mi atención: por un lado el efecto que el mundial de fútbol tiene sobre la gente. Por otro, el que la vida fluya a pesar de mí mismo algunas veces. Lo primero no me había impactado tanto, pero de lo segundo soy consciente desde hace unos días. Hay que reconocer que se me olvida de vez en cuando.

El mundial de fútbol nos tienen absortos a todos. Entre los resúmenes deportivos, los reportajes, las menciones y alusiones en casi todos los programas de radio y televisión, las crónicas en los diarios que a veces ocupan la primera sección, etcétera. Hace unos días escuché a José Ramón Fernández decir que "en México se habla demasiado de la selección. En ningún otro país se hace tanto aspaviento del equipo nacional." Y creo que, en cierto modo, tiene razón. El fútbol nos sirve como un distractor, desahogo y fuente inagotable de alegrías y sinsabores.

Unidos como nación para, emocionados y trémulos, gritar en la explosión que el gol desata, los mexicanos nos hermanamos alrededor de una pelota. No sé si algún día podremos decir "somos campeones", pero es cierto que los medios se fomentan un fervor a los 23 jugadores que visten una camiseta verde (o negra últimamente) y se aprovechan de él. Durante los días recientes todos los comerciales incluyen a un miembro de la selección, o hacen referencia al juego del hombre. Es simplemente increíble, sobre todo si tenemos en cuenta que ni los argentinos están tan enfervorizados a pesar de que Maradona (Dios para muchos) es el director técnico. México está lleno de fútbol, empachado de selección en estos días.

Y por eso mismo digo que la vida sigue a pesar de mí. Tengo una pequeña incertidumbre desde hace más de un mes. Sigo en Maple y a veces me siento contento de poder hacer cosas que me gustan. Luego vienen dos o tres que apestan, pero hay que irlas haciendo. Es curioso, pero todo este periodo de cinco meses ha sido muy especial, de aprendizaje, de reflexión y de invención. Reinventarme o renunciar a mis sueños. ¿Dónde quedaron mis sueños? Siguen ahí, en un compás de espera que cada vez que se agranda me hace más y más ruido. Ya se verá.

Por lo pronto, que siga el fútbol. Que siga la vida. Que venga lo que tenga que venir. Dios proveerá.

1 comentario:

  1. Lee el anterior post chato, mis neuronas son pocas y facilmente encontré la contraseña

    ResponderEliminar