martes, 28 de septiembre de 2010

Volver a las Fuentes I

Entre más caminamos, más volvemos. 
Entre más volvemos, más preparados estamos para el camino. (Plop!)

Hace poco, el escrito de mi compañero de armas (mira debajo) me hizo pensar en cómo nos interesa siempre volver a las fuentes. Querríamos que los ideales que nos hicieron tomar ésta o aquella decisión nos pudieran encontrar satisfechos al final del camino. Nunca traicionar esos ideales es más utópico que cualquiera de ellos. Y no es que sea imposible permanecer firme ante las múltiples tentaciones externas, sino más bien las tentaciones internas nos hacen vacilar a cada dos pasos. 

Muchas veces nuestros pensamientos e inseguridades nos pasan la factura. Antes de darnos cuenta, estamos en la lona, mirando pajaritos. No sabemos porqué, pero es seguro que algo debió ponernos el pie para haber caído tan dramáticamente. Sí. Fuimos nosotros. Ese otro tú que ves al espejo todos los días y te hace pensar que no siempre las cosas funcionan, que no tienes el control de todo, que las variables te harán añicos porque todo el tiempo es igual, que tus planes no tienen fundamento, que tus capacidades no dan para tanto, que te pasas de optimista y que no hay que ser tan ilusos... 

Tu otro tú, al que se le olvidaron las fuentes es tu peor enemigo. Lo primero que ves al empezar y lo último que piensas al ir a dormir. Pero hay que estar juntos, vencernos. La batalla más grande se libra dentro del corazón del hombre. No es sólo una frase. Cuesta.

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