lunes, 9 de agosto de 2010

Relaciones

Hay veces en que el amor es simplemente una tormenta que nos toma sin que nos demos cuenta y nos lleva por derroteros impensables. Sólo hasta que estamos volando bien alto nos damos cuenta de qué tan grande es nuestro corazón y su impulso. Hay veces en que vivimos una conjunción de sueños e identificación de espíritus. Hay otras veces en las que los sueños se quedan en el tintero para no volver a abrir las alas... al menos eso creemos.

Una canción que me gusta mucho es "vuelos" del dilecto Delgadillo. Me gusta porque en una parte dice algo así como: 
Y si a medio camino encuentras que ha cambiado tu dirección,
anda y vuela aunque me veas derrumbar
al fin de todo siempre he de recordar
que me diste a su tiempo tu corazón
y seguiste tu vuelo, tu vuelo al sol.
Como personalmente he vivido algo similar, aunque dentro del alma –y en las noches de luna– duele un cachito, como esas viejas heridas de guerra que hacen que el guerrero no olvide la gloria (y lo importante de quitarse a tiempo)  Estoy convencido de que la gente está en la vida de uno para ayudarnos a crecer. De algún modo u otro se quedan para crecer nuestras alas... y aunque no lo entendamos, es un movimiento recíproco por el que la vida nos va dando lecciones importantes. 

Ojalá todos pudiéramos darnos cuenta y aprender de lo que las personas nos dejan en la vida. Que podamos digerir las espinas y ver en ellas la prueba que nos fortaleció y nos ha preparado para la siguiente "vida", como las llama Óscar.

El post lo dedicamos a quienes han significado y están significando algo importante en nuestros caminos hacia el sol.
 
 
 
 
 
 

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